
Tecnologías colaborativas “anti” equipos.
Un error que muchas veces cometemos las organizaciones es acostumbrarnos a los parches. ¿Nos está ayudando la tecnología a trabajar en equipo? ¿Hacia qué modelo de trabajo nos dirigimos?
Hace unas semanas escribí sobre la importancia de los equipos en las organizaciones innovadoras. Pero después de tocar el botón “Publicar”, me quedó dando vueltas la sensación de que a esa nota le faltaba algo. Una parte más operativa y concreta que logre reflejar mejor qué herramientas nos pueden ayudar para trabajar mejor en equipo.
En 2013, Evgeny Morozov publicó un libro que bautizó con el provocador título La locura del solucionismo tecnológico. En él, critica la noción de que la tecnología puede solucionar cualquier problema, o, incluso, ver problemas donde no los hay para aportar una solución.
El concepto de solucionismo tecnológico me lleva a pensar si no estamos concentrándonos en resolver problemas que no tenemos y fallando en resolver problemas que sí tenemos. Pongamoslo así, aprovechando un ejemplo de Morozov: ¿Por qué aplicamos inteligencia artificial a un cesto de basura si aún no podemos generar herramientas que nos permitan coordinar y colaborar en equipos de trabajo amplios?

La tecnología aún tiene un largo camino que recorrer para empoderar equipos. Y, de hecho, muchas de las plataformas que andan dando vueltas – tanto gratis como pagas – no logran adaptarse al mundo de trabajo híbrido. En algunos casos, más que incentivar el trabajo colaborativo, tienen el efecto contrario. Son tecnologías anti-equipos.
El modelo de trabajo híbrido
En los primeros meses de la pandemia en los que todos nos volvimos pronosticadores de la nueva normalidad, sea lo que sea que eso signifique, las ideas sobre el fin del trabajo presencial estaban a la orden del día. Un estudio de PwC realizado por abril de 2020 revelaba que un cuarto de los CFOs consultados estaba pensando en recortar el gasto en real state ante un futuro sin presencialidad.
Sin embargo, la nueva normalidad aparenta ser más parecida a la antigua normalidad de lo que creíamos mientras teníamos tiempo para ver vivos en instagram y aprender a cocinar. En abril pasado, Google anunció la vuelta a la presencialidad obligatoria al menos tres veces a la semana en lo que podemos llamar un modelo de trabajo híbrido.
Este modelo, aún en exploración, nos podría permitir aprovechar la comodidad del trabajo remoto y la necesidad de generar espacios presenciales colaborativos que permitan trabajar mejor en equipo.
Recuperar algunos elementos positivos de la presencialidad es clave para salvar a los equipos.
Este zoom podría haber sido una reunión
Existe una especie de tendencia obsesiva en los ambientes laborales a alcanzar la máxima productividad posible (medida en términos cuantitativos de tiempo/problemas resueltos). Como si trabajar fuera tachar ToDos de una lista.

El famoso concepto de que esa reunión podría haber sido un mail, que quizás hace unos años era disruptivo, está siendo víctima de sí mismo. Quiero decir: este concepto tenía sentido en un contexto en donde por todo hacíamos una reunión. Pero quizás “nos pasamos para el otro lado” en la búsqueda de la productividad.
La videollamada o el email no pueden reemplazar una meet presencial de brainstorming para resolver un problema que nos traba. Ni un almuerzo de trabajo. De la misma forma que un email o un mensaje de slack puede ser mucho más ambiguo para resolver un problema que una conversación en el ascensor o esperando el café.
Algo que no deja de sorprenderme es lo mucho que fue cambiando nuestro modelo de trabajo, los aspiracionales en cuanto a espacios laborales y lo que creíamos que había que hacer para trabajar mejor en equipo. En muy poco tiempo, cambiamos muy rápidamente. Y aún no sabemos con qué modelo nos vamos a quedar. O cuando vamos a volver a cambiar. Y me pregunto: ¿no es esto una característica del tiempo en que estamos viviendo? ¿No necesitaremos equipos cada vez más ágiles y adaptables que puedan acomodarse rápido a distintos modelos de trabajo? Quizás la única forma de hacerlo en el largo plazo es generar estructuras con altos niveles de resiliencia que pueda sostener la tensión entre exploración permanente y una cierta dosis de estabilidad.
Inventar también es romper estructuras y cuestionarnoslas permanentemente. Estando también dispuestos a corregir cuando erramos.
¡Prometo para la próxima juntada mandar a hacer tazas como las de la foto! Si querés sumarte a las charlas de café que estamos organizando, deja un comentario en el artículo o escribime por privado.
Nicolás Kovalsky
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